Los programas de Intervención Temprana han sido a
lo largo de la historia muy discutidos. Así, durante 60 y 70 surgió la
posibilidad de modificar la inteligencia poniendo en entredicho la eficacia de
los programas. En los años 70 se defendió la importancia y eficacia de la
Educación Temprana.
En los años 80 surgen autores muy importantes, que
reconocen la validez de los planteamientos críticos, por lo que se disminuyen
las críticas hacia la IT. Entre la década de los 80 y los 90, proliferaron los
programas de IT. En el 2000 las críticas
a los programas cobran mucha más fuerza, pero también son más moderadas.
En la actualidad se ha creado un consenso general
que considera que los progresos que presentan los niños en su desarrollo y en
sus aprendizajes se relacionan preferentemente con los siguientes factores en
orden de prioridad en su progreso:
- por el aumento de calidad de vida
- mejoras en salud, especialmente tratamiento médico
- cambio de actitud de la sociedad respecto a la educación
En cuanto a los niños discapacitados, el cambio de
actitud social hacia ellos consiste en una intervención más generalizada,
de mayor
implicación de las familias.
La mayoría de los autores coinciden en que no han
logrado efectos duraderos basados en el progreso de los niños, lo cual ha
llevado a realizar actualmente una revisión de las características
metodológicas de los programas, así como una revisión de la interpretación de
los datos de los mismos, y una cierta preocupación en Atención Temprana por la
dificultad de hacer frente, en la práctica, a las dificultades y trastornos de
aprendizaje que siguen apareciendo.
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