La teoría de la mente es una pieza fundamental
en el desarrollo adecuado.
La
teoría de la mente puede ser definida como: "la competencia de atribuir mente a otros, y de predecir y comprender su conducta en función de entidades mentales como son las creencias y los deseos".
Así
cuando un sujeto inteligente está dotado de teoría de la mente se
entiende que tiene la capacidad de comprender y reflexionar respecto al estado
mental de sí mismo, así como de la gente que le rodea. Además incluye la
capacidad de percibir y así poder llegar a reflexionar y comprender en relación
a las sensaciones propias y del prójimo (en este caso principalmente por signos
corporales que el otro da) logrando así el sujeto prever el propio y ajeno
comportamiento. Tal capacidad de percepción comprende un conjunto de
sensaciones, creencias, emociones, etc.
Uno de los
principales estudiosos pioneros de la llamada teoría de la mente fue el
antropólogo y psicólogo Gregory Bateson. Éste observó primeramente un
precedente de teoría de la mente en animales no humanos. Por ejemplo,
observó a perros jóvenes que "jugaban" a pelear y le llamó la
atención cómo, por qué indicios o señales, estos animales detectaban si se
trataba de la simulación lúdica de una lucha o de una lucha real.
En el humano
la capacidad de una teoría de la mente se adquiere normalmente entre los
3-4 años; aunque más que una adquisición se trata de la activación de una
capacidad congénita, capacidad que se activa a partir de una estimulación
eficaz procedente del otro, es decir en los humanos la teoría de la mente deriva
de la naturaleza y del ambiente, de los factores culturales que inciden en la
naturaleza humana. Luego de la infancia el sujeto hace uso constantemente de
"su" teoría de la mente (muchas veces cargada de prejuicios
impuestos por el entorno). Tal uso constante de la teoría de la mente es
casi siempre efectuado sin tener plena consciencia de la misma, esto es:
"intuitivamente".
TEORÍA DE LA MENTE EN NIÑOS CON TRASTORNOS DEL
DESARROLLO: COMPARACIÓN NIÑOS CON AUTISMO Y NIÑOS CON SÍNDROME DE DOWN.
La comprensión de la mente es fundamental para la
comprensión del mundo social, ya que con ella los niños pueden entender las
acciones de las demás personas y realizar predicciones de la conducta.
Sin embargo, hay algunas personas que tienen
ciertas dificultades en el manejo de estas habilidades de inferencia
mentalista, como son entre otros los niños con autismo y los niños con Síndrome
de Down.
Respecto a los niños con autismo, según
diversas investigaciones, carecen de la habilidad de atribuir estados mentales,
presentando serias dificultades en las tareas de teoría de la mente. Estos
niños se caracterizan por:
- Insensibilidad
hacia los sentimientos de otras personas: no tienen en cuenta los sentimientos de las personas que
les rodean, no se paran a pensar si les van a hacer daño con sus palabras o con
sus acciones y si tienen que decirles algo que les va a afectar directamente,
se lo dicen sin más.
- Incapacidad
para leer intenciones: A
veces los demás niños del entorno de la persona con autismo le toman el pelo y
le mandan realizar alguna acción que ellos saben que está mal para reírse de
él, naturalmente el niño con autismo no es capaz de llegar a captar esto.
Nuevamente le resulta difícil ponerse en el lugar del otro para de esta forma
darse cuenta de que lo que quieren los demás es reírse de la acción que va a
realizar.
- Incapacidad para leer el nivel de interés del oyente respecto del propio
discurso: Sabemos que muchas veces estas personas hablan del
mismo tema una y otra vez o repiten las mismas preguntas, no son capaces de
darse cuenta de que a la persona de al lado la están cansando y que no le
interesa lo que le están diciendo, mientras que ellos lo viven de una forma
entusiasta.
- Incapacidad para comprender malentendidos: Como son tan
meticulosos y obsesivos con las cosas, no son capaces de entender que los demás
pueden cometer errores sin que sea deliberadamente.
- Incapacidad de mentir y comprender
el engaño: Aunque sean muy mayores la inocencia siempre está
con ellos y aunque no sea directamente, indirectamente es bastante fácil
engañarles. Cuando una persona con autismo intenta mentir, lo hacen pero de una
forma tan pueril que al instante te das cuenta.
En todos
estos ejemplos es necesaria la intervención de una Teoría de la Mente, lo que
explica que las personas con autismo al carecer de la habilidad para atribuir
estados mentales fallen en este aspecto. Comparando a estos niños con los que
tienen Síndrome de Down, encontramos que estos últimos tienen una mayor
competencia social (son sensibles hacia los sentimientos de los demás, son
capaces de entender las intenciones, de comprender las mentiras e ironías,...)
y resuelven con retraso pero normativamente las tareas de Teoría de la Mente.
EL PAPEL DEL
EDUCADOR/A
Respecto
al papel que el educador/a realiza mientras los niños/as juegan, tal rol posee
dos tareas:
- La planificación de las actividades lúdicas, facilitando las condiciones
y los recursos necesarios. Hay que pensar en los tipos de actividad que
contribuyan mejor y a desarrollar los objetivos propuestos, por lo que se deben analizar cada una de ellas para tratar de prever los conocimientos que pueden
desarrollar. Este análisis nos permitirá detectar fallos en las actividades y
ampliar el repertorio.
- La participación en ellas cuando se considere necesario: ofrecer
ayuda y los soportes necesarios... El profesor/a debe integrarse en el juego de
forma interactiva, como un jugador más, aunque se trate de un jugador
diferente.
Gómez. A; Viguer. P; Cantero. MJ. "Intervención Temprana. Desarrollo óptimo de 0 a 6 años". Psicología Pirámide, 2010.
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